domingo, 1 de enero de 2012

Al tren de destino

“¿Por qué te marchas?” Esas fueron las últimas palabras que se oyeron, como un silbido, al cerrar la puerta de la blanca y sencilla casa. Fue lentamente por el jardín contemplando aquel agradable barrio donde había vivido durante 5 años. No quiso mirar atrás, sabía que más tarde iba a llevar en su mente un peso de dolor y abandono, pero quería hacerlo esperar, al menos unas horas más. Pidió un taxi que lo llevara a la estación, en él, el taxista le intento dar temas de conversación pero solo obtenía un silencio inquieto que lo hizo desistir al tiempo que subía el sonido de la radio en la que se escuchaba a políticos corruptos hablando de algo llamado esperanza.
En la estación busco un sitio donde sentarse, aun le quedaba una hora para coger el tren de destino, se sentó con su maleta encima suya, y con la mirada errante espero. Anunciaron por megafonía que su tren salía en 10 minutos, eso le hizo dejar a un lado sus pensamientos y concentrarse en lo que se podía contemplar en su alrededor. Observo una pareja que se despedían con un beso cálido y lagrimas, eso le saco una sonrisa extraña, que no percibió hasta pasado unos segundos. Cogió su maleta y se fue para su tren, con el billete en la mano temblorosa y se sentó en el primer sitio que vio en el. No quería dar marcha atrás, no quería causar más dolor que el suyo propio, ellos lo entenderían con el paso del tiempo, ya se lo contaría su madre que simplemente soy un medico capaz de ir a la guerra a ayudar a los heridos, pero era incapaz de curar el dolor que dejaba en su propio hogar, “esperarme” es lo único que dijo cuando el viaje comenzó.

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