martes, 17 de agosto de 2010

Pasajero al tren

Mi vida es como un viaje en tren, continuamente estoy bajando en uno distinto, para mi los trenes, esas maquinas solitarias con un rumbo fijo, son sentimientos que cuelgan de pequeños hilos, brillantes y débiles, que se cortan cuando menos te lo esperas, y te tienes que bajar, tienes que caminar hasta otra estación, otro destino, otro momento, otra situación.

Mi tren lo cogí hace dos o tres días, cuando me vine al campo a vivir, este tren, para mi fue el tren de la alegría y sentía que este no llegaría a ninguna estación, este no pararía jamás en la estación de la melancolía.

Pase un tiempo viviendo felizmente en mi amada casa, pero este tren ya visualizaba la próxima estación, las cosas iban mal, ya no producía las hortalizas suficientes que necesitaba, las cosechan eran malas, y cada vez había menos gente que trabajase en el campo, mis días aquí estaban contados. El tren llegó a la estación, esta era totalmente desconocida para mi, en ella se podía leer un cartel viejo y oxidado en el cual se leía: "Estación del desamparo" . Desgraciadamente, este cartel tenia razón, tuve que abandonar mi vida para volver otra vez a la gran ciudad, donde estos trenes hacían paradas constantemente en mi vida, todo en ella era caótico para mi.

Me hacía viejo, igual que ellos, andaba cada vez mas lento, y los hilos se hacia cada vez mas largos, mis sentimientos se estancaban, incluso no conseguía recordar en que estaciones había parado ni en que trenes había puesto rumbo. Mis hijos me daban pastillas y yo me las tomaba como el carbón de color azabache que necesitaban mis trenes, pero de nada servía. Notaba como temblaban como querían escaparse de los raíles, y cada vez se hacían mas inestables para conducir, como mi vida.

Mis dos últimos trenes fueron muy distintos, el primero estaba hecho de madera y se llamaba “tren de la depresión“, este duró para mi desgracia un largo tiempo, pero llegue a una estación, blanca, radiante como las estrellas que iluminaban mi cielo, me extrañe porque no había ningún cartel solamente una flecha que conducía a un camino estrecho, la seguí, al final, llegue a un lujoso tren, cuando me subí en el solo visualicé antiguos recuerdos míos, solo buenos, que me hicieron feliz, me senté tranquilo, esperando mi próximo destino. Segundos después apareció el conductor de mi vida, me miro con serenidad y armonía cuando me dijo que este tren no llegaba a ninguna estación, este sería mi ultimo tren.