viernes, 3 de septiembre de 2010

Azar

Vivía para el juego. Desde pequeño me han fascinado los juegos de azar, veía a mi padre muy animado cuando jugaba con sus amigos en aquella desgastada mesa de maderas, parecían felices y yo quería serlo.
Empezó muy pronto en las apuestas con dinero ficticio con los amigos, en torneos de barrio y por internet. Mi afición al juego fue aumentando progresivamente, todas las apuestas eran con dinero real, pero siempre tenía una pequeña estrella que me iluminaba, sabía que paso a paso me haría profesional en los juegos de azar. Mi pensamiento no tardo en iluminarse cuando gane el torneo de Madrid de póker y me clasifiqué para el campeonato de Europa, ahora si podría vivir de esto.

Desgraciadamente esta vida me quito parte de mi personalidad, era un tío frio, incluso con mi familia, la cual preocupada por mí, intentaron curarme una ludopatía que yo tenía claro que no poseía.

Con los años las ganas de ganar más y mas dinero me llevaron a jugar en la mayoría de las veces con apuestas ilegales, había una reputación que yo olía en mi persona y no podía defraudar en mis apuestas.

Mi estrella se fue apagando poco a poco, y cada vez perdía más dinero. Toque los límites de la desesperación, tomaba drogas para concentrarme, jugaba continuamente por internet con un dinero que perdí por completo, me estaba dando por vencido.

Mi declive llegó, por culpa de mis deudas en el juego y mi afán de ganar dinero fácil a consta del azar, perdí mi casa, mi coche y todos mis objetos valiosos, incluso después de verme en la calle me di cuenta que había perdido hasta mi alma.

Volví a casa con la vergüenza de saber que había perdido en la partida de la vida. Mis padres me dieron cobijo durante un largo tiempo, pero lo que más les agradeceré fueron las palabras de mi padre al llegar a mi casa que me hicieron recapacitar de mi vida y ser un hombre ejemplar en al menos mi segunda vida:-No quisiste nuestra ayuda cuando la necesitabas, pero te dejamos marchar porque sabíamos que te encontrarías con el mejor psicólogo que te podíamos dar, la vida.